Cibiogem y el negocio de los mosquitos transgénicos

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Silvia Ribeiro*

Les urgía. Ante la inminencia del cambio de autoridades, la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem) se apresuró a lanzar una convocatoria para crear mosquitos transgénicos con fines comerciales. No para analizar riesgos y considerar si deberían liberarse al ambiente, como sería el rol de una comisión gubernamental de bioseguridad ante una tecnología de alto riesgo, sino lo contrario, para alentar la creación de mosquitos transgénicos y subsidiar con dinero público a empresas nacionales o extranjeras que, como dice explícitamente el llamado, lo puedan patentar y vender. Cibiogem, después de una década de aprobar que Monsanto nos fumigue y alimente con agrotóxicos cancerígenos como el glifosato, se convirtió de pronto en paladín de la salud: el llamado, afirma, es porque existen pruebas de que los mosquitos transgénicos han sido exitosos en el combate del dengue. Esto es directamente falso: las evidencias muestran lo contrario (https://tinyurl.com/yc83wuuw).

La convocatoria pública está abierta hasta fin de julio de 2018, para luego firmar un convenio con la opción elegida por Cibiogem, poco antes del cambio de gobierno, pero con una duración de tres años (https://tinyurl.com/y95lj6g7). Entre las muchas aberraciones del llamado está que Cibiogem no tiene mandato para este tipo de actividades, que implican desarrollar proyectos con el propósito de crear o favorecer a una empresa con fines de lucro para construir transgénicos como negocio. Además, implica experimentar con mosquitos transgénicos en la naturaleza, para lo cual se debe solicitar autorización a la Cibiogem, que será entonces juez y parte.

Decir convocatoria pública es una formalidad, porque está hecha de forma tan estrecha que parece diseñada para subsidiar con fondos públicos a alguna compañía y/o grupo académico al cual se ha contactado previamente, ya que los requisitos son muy complejos de cumplir en muy poco tiempo. Podría ser un contrato con la compañía Oxitec (propiedad de la empresa estadunidense de biología sintética Intrexon) o quizá con algún grupo promovido por la Fundación Bill y Melinda Gates. Podría también ser un estímulo a proyectos que existen –con apoyo del ejército de Estados Unidos– para desarrollar mosquitos con impulsores genéticos ( gene drives), tecnología altamente riesgosa y controvertida diseñada para extinguir especies enteras (https://tinyurl.com/ybtrud4y).

Llaman a desarrollar mosquitos transgénicos para combatir al dengue y otras enfermedades transmitidas por el mosquito Aedes Aegypti, con construcciones genéticas para disminuir las poblaciones de ese mosquito, impedir biológicamente que sean vectores de enfermedades o para que produzcan descendencia monosexual (sólo machos), ya que son las hembras las que pican. En este último caso abren la puerta a experimentar en México los impulsores genéticos, una técnica para engañar las leyes naturales de la herencia y conseguir que un carácter transgénico se expanda rápidamente, dirigida a manipular especies silvestres y diseñada para reproducirse agresivamente en el medio ambiente. El Convenio de Diversidad Biológica discute esta misma semana sobre los impactos de tal tecnología, cuya liberación no ha sido autorizada en ninguna parte del mundo (https://tinyurl.com/hp2gph5).

La convocatoria cita como ejemplo exitoso el de los mosquitos transgénicos de Oxitec (OX513A), con los que la empresa ha hecho pruebas en Malasia, Panamá, Islas Caymán y Brasil. Los resultados reales de sus experimentos –no la propaganda de la empresa a la que se refiere Cibiogem– muestran altísimos costos, falta de consulta a las comunidades afectadas y, sobre todo, ninguna evidencia de reducción del dengue u otras enfermedades e incluso ¡aumento de los mosquitos transmisores!

El modelo de operación de Oxitec ha sido conseguir una contraparte universitaria y/o institución pública, incluyendo municipios, para liberar mosquitos con letalidad condicionada, supuestamente sólo machos (las hembras son las que pican y trasmiten la enfermedad) que aunque se crucen, no puedan desarrollar cría. Para ello liberan miles de millones de mosquitos transgénicos para abrumar a los ejemplares locales, muchísimo menores en número, pero se han escapado miles de hembras picadoras. Las pruebas en Malasia fueron suspendidas por incertidumbre sobre los impactos y por altos costos. En Panamá fueron suspendidas por razones similares. En Brasil, aunque la muy parcial comisión de bioseguridad (CNTBio) aprobó experimentos, las autoridades de inocuidad en salud (Anvisa) no lo han permitido. Un documento reciente de la organización GeneWatch, basado en informes obtenidos por el acta de libertad de información, muestra que en Islas Caymán la población de mosquitos hembras (picadoras, trasmisoras de enfermedad) en las áreas de experimentación ¡aumentó 150 por ciento! La idea del negocio es captar los fondos dedicados a prevención de salud en municipios para desviarlos a estos dudosos proyectos, que además de no ser eficaces contra la enfermedad, son de alto riesgo para la salud de los ecosistemas. Urge cancelar esta absurda convocatoria.

*Investigadora del Grupo ETC

Publicado en La Jornada, México, 14 de julio 2018