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¿Trato o truco? La votación se realizó sin asperezas en el cuarto azul de la Organización de las Naciones unidas para la Alimentación y la Agricultura, en el tercer piso del cuartel general de esa agencia en Roma. La última batalla se dio muy tarde durante la noche de Halloween (muy apropiadamente, el 31 de octubre), cuando los Estados Unidos intentaban introducir en el tratado una nueva cláusula que les hubiera abierto la oportunidad para hacer un embargo de germoplasma a Cuba o a otros “enemigos” de la “Libertad duradera”. Los Estados Unidos intentaron remover cualquier referencia crítica a la propiedad intelectual en el texto. Si embargo, el moderador, Embajador Fernando Gerbasi de Venezuela, fue firme y justo y dijo que si insistían no habría trato.
Confundidos o excluidos: Cuando se votó en la plenaria unos días después, la única sorpresa fue que los Estados Unidos y Japón se abstuvieron de aprobar el tratado en vez de votar contra él. René Salazar, el delegado de Las Filipinas, endurecido y desconfiado después de siete años de riñas, preguntó si la suave respuesta de los Estados Unidos sería una reacción a una dura carta que escribieron los ciudadanos estadounidenses al líder de la mayoría del Senado, Tom Daschle, quien públicamente cuestionó a la delegación acerca de su papel en torno a los derechos de los agricultores, la tecnología Terminator, y la necesidad de apoyar el tratado. Muchos días después, sin embargo, cuando la conferencia bianual de la FAO y las sesiones del Consejo estaban a punto de clausurarse, los Estados Unidos tomaron nuevamente la palabra para insistir en que los hechos históricos les daban la razón, que ese país estaba “prevenido”, es decir, que estaba dudando unirse al tratado porque no era permitido incluir la cláusula de “seguridad nacional” (léase “embargo”).
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