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El problema: Las seis principales corporaciones agroquímicas y de semillas del mundo están solicitando en las oficinas de patentes derechos exclusivos sobre una gran diversidad de genes y secuencias genéticas vegetales, lo que les daría control monopólico sobre muchísimas plantas, cultivos y aspectos de su desarrollo supuestamente relacionados con la resistencia al estrés ambiental: problemas como sequía, calor, heladas, inundaciones, salinidad de los suelos y más. Esta tendencia podría desembocar en el control de la mayor parte de la biomasa vegetal del planeta, sin importar si ésta es aprovechada para alimentación, forraje, fibras textiles, combustibles o plásticos. Con el alegato de que están desarrollando cultivos “adaptados al cambio climático”, solución mágica a la crisis del clima, estas empresas presionan a los gobiernos para que abran la puerta a la que podría ser la más amplia y peligrosa oleada de patentes en la historia de la propiedad intelectual. ¿Pero servirán estas semillas y cultivos modificados tecnológicamente a las estrategias de adaptación que los agricultores necesitan desarrollar para resistir al cambio climático? Al contrario, estas tecnologías patentadas están destinadas a concentrar el poder de las corporaciones, elevar los costos, inhibir la investigación independiente y erosionar los derechos de los campesinos y agricultores a conservar e intercambiar sus semillas. Para los “Gigantes Genéticos”, la meta es convertirse en los “amos de la biomasa” mundial. El objetivo del cultivo de plantas ya no es alimentar a la gente, sino lucrar con la biomasa.
Los actores: 261 familias de patentes (que comprenden mil 663 solicitudes en todo el mundo), publicadas entre junio de 2008 y junio de 2010, que hacen referencia específica a una tolerancia al estrés abiótico en plantas (como la sequía, el calor, inundaciones y tolerancia al frío y la salinidad). Las solicitudes contemplan, en muchos casos, múltiples rasgos genéticos de diversos cultivos genéticamente modificados, e incluso de alimentos ya cosechados y productos para la alimentación animal. Seis corporaciones (DuPont, BASF, Monsanto, Syngenta, Bayer y Dow) y sus socios biotecnológicos (Mendel Biotechnology y Evogene) controlan 201 (77%) de las 261 familias de patentes (tanto en patentes otorgadas como sus solicitudes). Solamente DuPont, BASF y Monsanto acumulan 173 familias de patentes (el 66%).
El impacto: Las comunidades campesinas en el Sur global —quienes menos han contribuido a las emisiones de gases con efecto de invernadero— se encuentran entre las más afectadas por el caos climático. La oleada de patentes sobre cultivos “climáticos” —con rasgos supuestamente adaptados al clima— está absorbiendo dinero y recursos que podrían canalizarse a estrategias agrícolas encabezadas por campesinos y agricultores para sobrevivir al cambio climático y para la adaptación. Desarrollar y patentar “cultivos climáticos” es una apuesta por el control, no sólo de la seguridad alimentaria del mundo, sino también de la biomasa global en curso de mercantilización. En medio de la confusión creada por el caos climático, los Gigantes Genéticos esperan facilitar la aceptación pública hacia los cultivos genéticamente modificados y hacer más lucrativo su monopolio de las patentes. Se trata, en realidad, de darle un nuevo giro a un problema viejo: nos dicen que los cultivos modificados con genes “adaptados al cambio climático” incrementarán la producción y alimentarán al mundo.